En cualquier relación, sea del tipo que sea, ambas partes tenemos que demostrar lo mismo. Al principio parece que está todo bien, nos protegemos, queremos o sorprendernos mutuamente, pero… ¿Qué pasa si con el tiempo alguno de los dos lleva el peso de todo lo que ocurre?
Los primeros días lo dejas pasar, no le das mucha importancia. Poco a poco te vas cansando hasta que cuando menos te lo esperas llega tu límite. Te sientes mal, impotente con la situación porque no te esperabas que eso existiera entre ustedes, un aviso de que algo va mal y ese “Siempre” que muchas veces se dijeron pasa a un segundo plano. No sabes que hacer. Lloras e intentas que en cada suspiro se vaya algo de él. Luego acudes a las personas más importantes que tienes para intentar no caer del todo. Ellos te dicen que pienses las cosas y que hagas lo que sientas. Cuando llega el momento de enfrentarse a la realidad parece que todo el miedo o inseguridades que puedas tener desaparecen. Algo dentro de ti dice que lo dejes, que no vale la pena estar con alguien que no te valora, que solo te usa como un juguete, pero… Lo quieres, lo amas y ya no eres capaz de imaginar una mañana sin su sonrisa, sin ese beso al despedirse, sin ese cruce de miradas llenas de brillo. Ahora todo lo que tenías claro se me derrumba. Lo escucho e intento ponerme en su lugar y por primera vez después de todo ese tiempo lo notas sincero, más sincero que nunca. Después de una larga conversación llena de altibajos, y de sobre todo de lágrimas, le das una segunda oportunidad para que cambie, simplemente para que cada palabra se convierta en un hecho.
Después de todo, de ese día tan intenso, te arrepientes de no habérselo dicho antes, de no haber actuado lo más pronto posible para no acabar de esa manera. Aunque parezca que no, eso deja huella en ti, en lo más profundo del Te Amo. Ahora solo esperas con paciencia a que el tiempo diga si merece la pena volver a empezar una nueva etapa con él o hiciste mal.
P.D. Solo pido, sí, a ti, que no me falles más, que si de verdad te importo no dejes que sufra, que lo pase mal. Piensa las cosas antes de hacerlas y no pidas perdón después de actuar ya que puede ser demasiado tarde. Solamente volvamos a ser tú y yo.
Las segundas oportunidades nunca vienen mal, pero ¡ojo! Una tercera ya es arriesgarse... Si quieres a alguien cuídalo como si fuera parte de tu ser. No dejes que, por un ridículo error por tu parte, se rompa un amor que pudo ser el verdadero... Así es el amor, quien lo probó lo sabe.
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