Me despierto agitado y sudoroso en medio de la noche. He soñado que te perdía, que desaparecías, que no existías y me ahogaba, me asfixiaba… Abrí los ojos y me encontraba en mi habitación solo y con la única compañía del reflejo de la luna que bañaba mi cuarto. Se que en estos momentos tu también la estás viendo y eso me reconforta, me ayuda. En ese momento una estrella fugaz interrumpe mis pensamientos y me planteo la posibilidad de pedir un deseo. Cierro los ojos y te imagino. En ese instante presiento una respiración que se balancea cerca de mí y me percato de que no estoy solo en mi cama. Me giro lentamente y te veo, te veo tumbado en un sueño profundo. Te miro, te contemplo… hasta que te vuelves y me miras con eso ojos llenos de ternura, amor. Te levantas y poco a poco te aproximas hacia mi oído y me susurras “Te Amo” y lentamente me besas en la frente y te trasladas hacia mis labios uniéndolos con los tuyos y formando el beso más dulce y profundo que jamás haya imaginado. Pasa el tiempo y nosotros solo seguimos fundiéndonos en besos... La luna es testigo de nuestro amor, la miro y sonrío lentamente. Aparto la vista de ella para centrarla en él, le abrazo y no le dejo escapar. Poco a poco mis párpados se cierran y vivimos ese momento en el que solo tú y yo nos hacemos dueños del mundo. (L)
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