Esa extraña sensación que tienes
cuando conoces a alguien nuevo y sientes que es la persona que mejor encaja
contigo, tu media naranja. Pero, de repente te acuerdas de la otra persona con
la que has compartido momentos maravillosos, al que juraste amor eterno bajo la
lluvia. Te replanteas todo en tan solo unos escasos segundos, rememoras todos los
instantes pasados y piensas en los que están por llegar. Pero… te viene a la
mente la imagen de ese casi desconocido, que ha conquistado tu corazón en unas
pocas horas, la persona que te ha devuelto la alegría sin pedir nada a cambio y
que es culpable de esa sonrisa tonta que se te pone cuando piensas o estas con
él.
La vida es un camino complejo donde debemos ir eligiendo. A veces la elección
es difícil y no sabes muy bien que hacer. Tu corazón te da una respuesta, y la
mente otra. No sabes lo que hacer, no sabes que camino te llevará al precipicio
y cual hará que simplemente sea de rosas. Aquí es cuando se posa sobre tus
hombros el peso del mundo y te derrumbas. Llega el momento de decidir para
poder aligerar tu carga, pero… ¿Qué hacer? ¿Qué camino elegir? ¿Qué puerta
abrir? ¿Será ala elección correcta? Debemos arriesgar para conseguir una vida plena, aunque eso traiga consigo el
camino del dolor.
Que cierto, siempre tenemos algo que dejar pero no sabemos si por lo que arriesgamos estará...
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