Cuando llueve en nuestro corazón y no lo podemos parar, solo nos vemos capaces de esperar a que las nubes se vayan y nos dejen respirar. Nada importa. Todo nos hace resbalar, y cuando caemos no tenemos a nadie que nos ayude a levantar. Entonces recordamos todos los momentos tristes de nuestras vidas, momentos injustos que por suerte no se repetirán. Y nos sentimos desgraciados. Sin lugar en el mundo. Nadie nos puede sacar de esa oscuridad. Y a medida que avanzan los días, nos hundimos más y más, casi nos ahogamos y por desgracia la esperanza se nos va. ¿Qué nos queda cuando sucumbimos al sufrimiento? ¿Cuando caemos en la tentación del camino fácil, el dolor? Eso que nos hace mal pero que dejamos que entre en nuestro interior. Solo hay una manera de reprimirlo. Desviándonos por el camino del amor. Es un sendero largo y peligroso. En cuanto tomamos confianza, nos engaña y volvemos a hundirnos en esa oscuridad tan temida por nuestro corazón. Pues el amor nos da la mano y nos levanta de nuestra caída, pero tan pronto como nos confiemos, no hunde en lo más profundo. Que cosas de la vida que aquello que te hizo caer te levantará para tirarte otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario