Mañanas en las que me despierto sin sentido porque no puedo verla y busco algo para entretenerme, mientras pienso en que cosa le diré cuando la vea para intentar hacerla feliz. Me levanto con la boca seca, pero aún con el dulce sellado de sus labios que me marcó desde la primera vez que me dio un beso en la mejilla, y los pelos del brazo y, prácticamente de todo el cuerpo, reflejaron mi felicidad y euforia en algo que se podría resumir en un simple grito en ese instante. Recuerdo cada momento que he pasado con ella riéndonos, cantando, hablando… Solo esos momentos son los que sencillamente marcan la diferencia entre levantarme y hacer algo pensando en que la voy a ver o quedarme un rato más en la cama por vagancia. Pero me levanto, y nunca dejaré de levantarme, por el sencillo olor de un peluche que te regaló, o por mirar una foto en tu mesilla de noche. No importa. El caso es que te levantas desorientado con un motivo en tu cabeza, ella. Tu única esperanza para ponerte metas, o conseguir de todo. Te fortaleces a ti mismo y a tu propio corazón y luego, si no consigues tu fin, te dices “¿Por qué eres tan torpe?”. Aparentas desistir, pero no puedes. Una fuerza sobrenatural te lo impide. Aguantas, y al alzarte, prosigues con tu único destino: amar a esa persona. Y si lo consigues, solo pretendes una cosa: verla sonreír. Eso es lo que pretendes con toda esta lucha “sin sentido”.Te quiero Pu ♥
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