Nunca había tenido la sensación
de llorar sin lágrimas. Nunca había sentido un nudo en la garganta que no me
dejara respirar. Nunca había perdido las ganas de sonreír. Nunca… nunca me pude
haber imaginado nada de lo que está ocurriendo. Pero sí, después de muchas
horas me he dado cuenta que es real, y no un simple sueño del que puedo
despertar de golpe. Todo lo que ha pasado lo recuerdo perfectamente como si
fuera ayer. Cada palabra, mirada o gesto. Retrocedería en el tiempo, y lo único
que hubiese cambiado es el final en el que cogimos caminos opuestos. Tal vez
fue lo mejor por el momento, pero sin duda no lo que yo hubiese querido. En el
fondo todo está claro, y lo sé. Tan sólo falta buscar la pequeña escalera que
me lleve hasta allí. Como tú dijiste: “Será como una pausa, nada cambiará,
siempre serás mi niña, solo tú”. Sí. Nada cambiará jamás. Por ti, por mí, por
nosotros. Te lo aseguro.
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