Tengo miles de cosas que escribir, infinitas palabras que expresar, pero hay una que predomina en mi mente, tu nombre. Aún tengo el aroma de tu piel en mi ropa. ¿Por qué una sonrisa se dibuja en mi cara sólo de pensar en ti? Creo que esta pregunta se la plantean muchas de las personas que están enamoradas, que sienten esa magia que se crea en una relación. Nunca había pensado que los sentimientos pudieran ser tan intensos, tan profundos. Todo lo que pasa, aunque sean pequeños detalles, te llenan de tal manera que solo puedes ser feliz, aunque tengas miles de problemas a tu alrededor.
Cuando te besa no puedes parar, quieres más y más, incluso llegando a perder la respiración. Cada caricia se multiplica por millones. El tiempo pasa tan rápido que en uno de esos momentos que abres los ojos para verle, te das cuenta que es de noche y que llevas unas tres horas, que han parecido segundos, sin soltarlo, con las manos unidas al igual que los labios. Llega la hora de despedirse, de decir: “Adiós mi vida, Te Amo”. Cuando esto sucede parece que algo de ti se va. Tiendes a mirar hacia atrás y ver como se aleja de ti, tan sólo esperando volver a verle lo antes posible y subir a las nubes de nuevo.
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