No trato de responder a las mismas preguntas de
siempre. Recorro lugares a los que nadie se atreve a ir. Busco personas que te
digan la verdad por más que duela. He cometido más errores que lecciones
aprendidas. Suelo caer en la misma piedra dos veces, o tres. Me gusta lo
difícil, pero me atrae lo imposible. Pero sobre todo… tengo un vicio. Uno muy
especial con nombre y apellidos. Jamás podré dejar de echarlo de menos, ni de
día ni de noche. Sus abrazos rehogan de calma mi vida cuando sufro tempestades.
Siempre es capaz de sacarme una sonrisa cuando mi cara pinta lágrimas
desordenadas. Aún así me quedo con la adrenalina que despiertan nuestras
locuras, idas y venidas de momentos increíbles. Con ellas es capaz de salvarme
del mundo monótono, aburrido, y lleno de malas caras. Pausa. Un breve suspiro.
¿Qué sería de mí sin él? Lo mismo que el cielo sin estrellas. Un vacío oscuro,
inmenso, pero sin algo que te guíe, te sorprenda con sus formas mágicas, y te
recuerde que allí es donde vas a sentirte tal y cómo eres, la estrella de su vida.
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